viernes, 17 de agosto de 2007

Amor y enamoramiento


Ver también: Como escoger novio?

El amor y el enamoramiento a menudo se nos confunden. La única definición que tenemos del amor es una tautología contundente y rotunda: “Dios es amor”. Fuera de ella, sólo podemos hablar del amor por sus efectos: el sacrificio de los “hombres topo” en el terremoto de México, la madre que se quita el pan de la boca para dárselo al hijo, el héroe de Nacozari que se vuela con el tren a las afueras del poblado, la anciana que cuida del marido desahuciado en un hospital. Del enamoramiento, en cambio, podríamos construir un tratado con rigor clínico. Se trata de una patología del corazón bien conocida, que embota los sentidos y hace perder el apetito y el sueño, entre otros trastornos. Esta enfermedad que aqueja al 62.71% de la población mundial tiene el agravante de apoderarse de la voluntad del enfermo. A diferencia del acatarrado que estornuda y se cubre la boca con un pañuelo en consideración a los demás, el enamorado insiste, se empeña, en contagiar a la persona amada. Pero la naturaleza es sabia y utiliza un misterioso mecanismo de defensa para impedir la propagación lineal de esta enfermedad, frustrando, no en pocas ocasiones, que los enamorados contagien al objeto de su amor, algo que no supieron comprender aquellos que, despechados, en un arranque de frustración extrema masticaron una copa de vino o se pegaron un tiro.Y como los medios de comunicación casi siempre tienen la culpa, tampoco son inocentes respecto de esta confusión que se da entre amor y enamoramiento en nuestra sociedad. Nos bombardean con canciones, programas y películas de amores equivocados, de cosas que no son amor sino deseo, necedades y tequieros tequileros. Cuando el amante va y dice al amado “te quiero”, está borracho de su propio sentimiento y en el fondo sólo se ama a sí mismo, usando al otro como puente para llegar a sí. Decir “te quiero” cosifica a la otra persona y la convierte en propiedad. Decir “te quiero” equivale a decir “te necesito”, “me agarro a ti porque llenas mi vacío, mi necesidad y apego”. ¿No es esto en el fondo egoísmo y engaño?Víctimas de esta fiebre enfermiza que nos impele a buscar la felicidad en otras personas es fácil equivocarnos. La felicidad y el amor no son cosas que alguien nos pueda dar desde afuera. Por el contrario, el amor es un bien, como la fe en Dios, que sólo puede nacer y crecer dentro de nosotros.Pero si el enamorado espera recibir la felicidad como algo que proviene de otra persona; en el amor la dirección lleva sentido contrario, porque la condición del amor, a diferencia del enamoramiento, es salirse y no quedarse dentro del que ama. Cuando se ama verdaderamente sólo se desea salir de sí para darse en amor a la persona amada aunque no siempre pueda esperarse algo a cambio.La próxima vez que te enamores pregúntate si eres capaz de amar.

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