Ver: Muerte, El cielo, Purgatorio,
Un historiador griego nos narra que el rey Dámocles quiso un día mostrar a varios de sus envidiosos consejeros cómo vivía un rey. Los invitó la banquete de corte: manjares espléndidos, vinos y perfumes. La vida de rey se les hacía apetecible. Pero en un momento el rey les invitó a levantar la mirada. ¿Y qué es lo que vieron? Una afilada espada pendía sobre sus cabezas y se balanceaba amenazante. Los invitados dejaron de comer y temblaron. En ese momento comprendieron lo importante que es la vida.Esa misma sensación la prueban quienes, pasados los sesenta años, son internados en cualquier hospital con una enfermedad grave sobres las espaldas. Hay dudas, desconfianzas y temores porque otra "espada" cuelga de sus cabeceras de enfermos: la eutanasia.Pero, hablemos claro y sin engaños. ¿Qué es la eutanasia? ¿Por qué no está bien? ¿Por qué no se puede justificar éticamente? ¿Por qué es impracticable en medicina? Son algunos de los interrogantes a los que este ensayo pretender responder. Etimológicamente, la palabra eutanasia significaba en la antigüedad una "muerte dulce", sin sufrimientos atroces. Hoy en día nos referimos más bien a la intervención de la medicina encaminada a atenuar los dolores de la enfermedad y de la agonía, a veces con el riesgo de suprimir prematuramente la vida. Se habla de "causar la muerte por piedad" o del derecho a una "muerte digna".¿Derecho a una muerte digna? ¿No es una contradicción? ¿Cómo puede ser digna la muerte si no lo es primero y principalmente la vida? Por otra parte, ¿quién es el que determina los grados de dignidad en la vida? ¿Hay alguna escala, algún termómetro o báscula que pese y controle los gramos de calidad? Aún más, el médico que se atreve a propiciarla comete perjurio. Desde el siglo IV los médicos, al terminar sus estudios e iniciar la profesión, suelen realizar un juramento. Algo así como una promesa de fidelidad profesional. Se conoce como el juramento de Hipócrates. Y dice así: "En cuanto pueda y sepa, usaré de las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño y maleficio. Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me lo solicite, ni administraré abortivo a mujer alguna..."Y si en la medicina, por medio de este juramento, se prohíbe la eutanasia, no sé qué éticas podría sostenerla. ¿No es la ética la ciencia del recto obrar humano? ¿Y no es la vida el requisito necesario y el fundamento del obrar y de las acciones? Primero, se enseña en toda Filosofía es el ser y luego, de éste, se deriva el obrar. Para que un comportamiento sea humano se necesita primero al hombre. El comportamiento en abstracto no existe. Si falta la vida, si no se es, no se puede obrar ni actuar dignamente.¿Se puede llamar ética a una ciencia que defiende "principios morales" para evitarles a los niños subnormales, a los enfermos mentales o incurables la prolongación de una vida desdichada que supondría cargas demasiado pesadas a las familias y a la sociedad? ¿Realmente la muerte provocada o adelantada es la única solución ante la paradoja de la enfermedad y del dolor? ¿No habrá en el hombre algo más, otra dimensión en la que la pregunta por el sufrimiento obtenga respuesta? La eutanasia es una derrota radical de la persona. Pues se trata de alguien que no encuentra el sentido a la existencia y pide ayuda para dejar de vivir. La decisión de dejar de existir (llamémoslo por sus nombres: asesinato o suicidio), es un rechazo de la vida. Y la persona, optando y eligiendo el mal, pierde su dignidad. Es una derrota total.¿Cuál es el verdadero problema ético de la eutanasia? En que teniendo un fin bueno: eliminar el dolor, utiliza y se sirve de un medio malo en cuanto tal: la muerte directa o indirectamente provocada. Y el fin no justifica los medios. Aquí el fin es bueno, pero los medios son nefastos: una inyección, evitar la cura, dar morfina...El fundamento ético reside en la persona. La vida física no agota en sí misma todo el valor de la persona, pero constituye el valor "fundamental". Precisamente porque sobre la vida física se apoyan y se desarrollan los demás valores de la persona. Por lo tanto, la inviolabilidad del derecho a la vida del ser humano, desde su concepción hasta su muerte, es un signo y una exigencia de la inviolabilidad misma de la persona. Y la vida misma se sitúa por encima de la decisión arbitraria de la voluntad propia o ajena. ¡Nadie! Absolutamente nadie puede pedir ese gesto homicida para sí mismo o para otros, ni puede simplemente consentirlo. Se trata de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de una atentado contra la humanidad.Por lo tanto, las leyes que autorizan y favorecen la eutanasia se oponen radicalmente no sólo al bien y dignidad de la persona, sino al bien común. La negación del derecho a la vida elimina a la persona. De este modo, si una ley civil legitimase la eutanasia dejaría de ser una verdadera ley civil moralmente vinculante, porque legislaría contra sí misma.¿Qué sería lo correcto en un caso terminal? ¿Hasta qué punto se puede llegar con los tratamientos? Es evidente que cada respuesta es diversa y que habrá que considerar muchos factores. Pero como norma general, como indicación ética, se pueden usar analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo cuya muerte es inevitable, incluso con el riesgo de abreviar sus días, si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. En este caso ya no es eutanasia.
1 comentario:
ORALES... que interesante, que buen comentario.
todo a Jesus por Maria, Todo a Maria para Jesus
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